A lo largo de la Edad Media la técnica del temple, con base de huevo, es sustituida progresivamente por la pintura al óleo, cuyo aglutinante es el aceite, normalmente de linaza. Paralelamente, a finales del Renacimiento la aparición de grandes telares posibilitó sustituir la madera por bastidores de lienzo, sin limitación de tamaño. Hoy el óleo es sin duda la primera de las técnicas tradicionales por sus colores brillantes y de gran durabilidad.
Pilar Aceña, fragmento, óleo sobre lienzo. Dimensiones totales de la obra 80 x 60 cm.

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Luz, color y pincelada dan a cada obra unas características propias, irrepetibles.
Javier Olmedo, detalle. Dimensiones totales de la obra 90 x 60 cm.

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En el retrato al óleo los rasgos se construyen a través de manchas de color. La obra se elabora en un diálogo constante del artista con las relaciones cromáticas, los niveles de claroscuro que definen el volumen, la mayor o menor visibilidad de la pincelada o el empaste, que definen el lenguaje y, por supuesto, el dibujo, como soporte de la referencia al modelo y al realismo en la pintura.
Javier Olmedo, fragmento. Dimensiones totales de la obra 90 x 60 cm.

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Y a la vez, operando en paralelo, las numerosas formas de manufactura en cuanto a tipo de lienzo o tabla y su imprimación, los modos de abordar la obra en sus primeras fases, el tipo de diluyente, la aplicación del color mediante pincel o espátula y la elección del barniz final. En definitiva, la pintura al óleo se adapta para reforzar la voluntad del artista.
Pilar Aceña, óleo sobre lienzo aplicado con espátula y pincel, fragmento. Dimensiones totales de la obra: 90 x 60 cm.

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